Es algo tan común que apenas lo pensamos dos veces, pero los cerebros humanos parecen estar programados para ver rostros humanos donde no los hay, en objetos tan variados como la luna, juguetes, botellas de plástico, troncos de árboles y aspiradoras. Algunos incluso han visto a un Jesús imaginado en pan tostado con queso.
Hasta ahora, los científicos no han entendido exactamente qué está haciendo el cerebro cuando procesa señales visuales y las interpreta como representaciones del rostro humano. Los neurocientíficos de la Universidad de Sydney ahora dicen que nuestro cerebro identifica y analiza rostros humanos reales mediante los mismos procesos cognitivos que identifican rostros ilusorios.
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“Desde una perspectiva evolutiva, parece que el beneficio de no perder nunca una cara supera con creces los errores en los que los objetos inanimados se ven como caras“, explicaba el profesor David Alais, autor principal del estudio de la Facultad de Psicología. “Hay un gran beneficio en detectar caras rápidamente”, menciona, “pero el sistema funciona ‘rápido y suelto’ al aplicar una plantilla burda de dos ojos sobre la nariz y la boca. Muchas cosas pueden satisfacer esa plantilla y, por lo tanto, desencadenar un respuesta de detección de rostros“.
Esta respuesta de reconocimiento facial ocurre a la velocidad del rayo en el cerebro: en unos pocos cientos de milisegundos.
“Sabemos que estos objetos no son realmente rostros, pero la percepción de un rostro persiste“, comenta el profesor Alais. “Terminamos con algo extraño: una experiencia paralela de que es tanto un rostro convincente como un objeto. Dos cosas a la vez. La primera impresión de un rostro no da paso a la segunda percepción de un objeto“.
Este error se conoce como “pareidolia de cara“. Es un hecho tan común que aceptamos la noción de detectar caras en objetos como “normal”, pero los humanos no experimentan este proceso cognitivo con tanta fuerza como otros fenómenos.
El cerebro ha desarrollado mecanismos neuronales especializados para detectar rostros rápidamente y explota la estructura facial común como un atajo para una detección rápida. “Los rostros de pareidolia no se descartan como detecciones falsas, sino que se someten a un análisis de expresión facial de la misma manera que los rostros reales“, dijo el profesor Alais.
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No solo imaginamos rostros, los analizamos y les damos atributos emocionales
Los hallazgos se publican hoy en las Actas de la Royal Society B. Los investigadores dicen que este análisis de expresión de objetos inanimados se debe a que, como seres profundamente sociales, simplemente detectar un rostro no es suficiente. “Necesitamos leer la identidad del rostro y discernir su expresión. ¿Son amigos o enemigos? ¿Están felices, tristes, enojados, dolidos?” Decía el profesor Alaïs. Lo que examinó el estudio fue si una vez que se detecta una cara de pareidolia, posteriormente se analiza la expresión facial o se descarta del procesamiento facial como una detección falsa.
La investigación muestra que una vez que el cerebro retiene una cara falsa, se analiza su expresión facial de la misma manera que lo es una cara real. “Demostramos esto presentando secuencias de rostros y haciendo que los participantes calificaran la expresión de cada rostro en una escala que va de enojado a feliz“, dijo el profesor Alais. Lo intrigante es que persistió un sesgo conocido al juzgar rostros humanos con el análisis de rostros imaginarios inanimados.
La foto anterior influye sobre la siguiente en Tinder
Un estudio anterior realizado por el profesor Alais mostró que en una situación similar a Tinder de juzgar cara tras cara, se observa un sesgo por el cual la evaluación de la cara actual está influenciada por nuestra evaluación de la cara anterior. Los científicos probaron esto mezclando rostros reales con rostros de pareidolia, y el resultado fue el mismo. “Esta condición de ‘cruce’ es importante ya que muestra que está involucrado el mismo proceso de expresión facial subyacente independientemente del tipo de imagen“, dijo el profesor Alais.
“Esto significa que ver caras en las nubes es más que la fantasía de un niño“, recalca. “Cuando los objetos se parecen de manera convincente a una cara, es más que una interpretación: realmente están impulsando la red de detección de rostros de su cerebro. Y ese ceño o sonrisa; ese es el sistema de expresión facial de su cerebro en funcionamiento. Para el cerebro, falso o real, todos los rostros se procesan de la misma manera.”
Fuente y referencias
Fuente original: Actas de la Royal Society B
Referencia del estudio:
David Alais, Yiben Xu, Susan G. Wardle, Jessica Taubert. A shared mechanism for facial expression in human faces and face pareidolia. Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, 2021; 288 (1954): 20210966 DOI: 10.1098/rspb.2021.0966