Las relaciones de pareja atraviesan múltiples etapas a lo largo del tiempo. Desde la pasión inicial hasta la construcción de una convivencia armónica, el camino está lleno de aprendizajes, acuerdos y también desafíos. En muchas ocasiones, las parejas intentan resolver por sí mismas los conflictos, pero cuando estos se acumulan o generan desgaste emocional profundo, es recomendable considerar la terapia de pareja como un recurso eficaz para sanar, fortalecer y transformar la relación.
La terapia de pareja no debe ser vista como un último recurso, sino como una herramienta proactiva que permite a los miembros de la relación recuperar el diálogo, comprenderse mejor y construir una vida compartida más saludable.
Fortalezas que definen una buena relación de pareja
Una relación de pareja funcional se construye sobre varios pilares fundamentales. La comunicación clara y empática es uno de ellos. Según Gottman y Silver (1999), los matrimonios exitosos muestran una proporción de 5 interacciones positivas por cada interacción negativa. Esto indica que la calidad del vínculo está más relacionada con la frecuencia de expresiones de afecto, reconocimiento y apoyo, que con la ausencia total de conflictos.
Además de la comunicación, otras fortalezas importantes son la confianza, la intimidad emocional y física, el respeto por la individualidad del otro y un proyecto de vida compartido. Las parejas saludables saben expresar sus necesidades, negociar desacuerdos, gestionar el estrés externo (laboral, familiar, económico) y mantener espacios de disfrute mutuo.
Señales clave que indican la necesidad de ayuda profesional
Cuando estas fortalezas se debilitan o desaparecen, es momento de prestar atención. Las siguientes señales pueden indicar que una pareja se beneficiaría significativamente de un acompañamiento terapéutico:
Comunicación deteriorada
Uno de los indicadores más comunes es la dificultad para comunicarse. Esto puede manifestarse como discusiones frecuentes que no llevan a soluciones, silencios prolongados, sarcasmo, evasión o incluso miedo a expresar emociones. La falta de diálogo sincero alimenta la desconexión emocional y puede generar resentimiento.
Problemas de convivencia y rutinas desgastadas
La convivencia diaria puede volverse una fuente de tensión cuando no hay acuerdos claros sobre responsabilidades, espacios personales, tiempos compartidos y hábitos. Las pequeñas molestias no resueltas pueden acumularse y transformarse en grandes conflictos.
Dificultades en la vida sexual
La sexualidad es una parte vital de la relación de pareja. Disminución del deseo, falta de intimidad, disfunciones sexuales o la vivencia de la sexualidad como una obligación son señales que requieren atención. La terapia puede ayudar a redescubrir el deseo, identificar bloqueos y trabajar sobre los aspectos emocionales que afectan el erotismo.
Diferencias en la crianza de los hijos
Cuando hay hijos, las diferencias en los estilos parentales o el reparto de tareas de crianza pueden generar conflictos. Si uno de los miembros de la pareja se siente solo, sobrecargado o en desacuerdo permanente con el otro, es probable que se genere una dinámica de culpa, reproches o distancia.
Interferencias familiares
Las relaciones con la familia de origen (suegros, hermanos, etc.) también pueden ser fuente de tensión si no existen límites saludables. La falta de autonomía de la pareja frente a sus respectivas familias puede generar conflictos de lealtad y falta de intimidad emocional.
Economía y conciliación laboral
Las decisiones económicas, el reparto de gastos y la planificación financiera son temas frecuentes de discusión. Asimismo, las dificultades para conciliar la vida laboral con la familiar o con el tiempo en pareja pueden generar desequilibrios, sobrecarga y sensación de desconexión.
Beneficios de acudir a psicólogos especializados
Acudir a psicólogo expertos en terapia de pareja como es el caso de Psintra Psicología, te harán entender que cada pareja es única. Su enfoque personalizado es clave para la mejora de aspectos de la pareja tales como la comunicación, la reconstrucción de la confianza, la resolución de conflictos pasados, presentes y futuros y por su puesto como recuperar la intimidad y el deseo; además de todo lo relacionado con la crianza en aquellos casos que tengan hijos.
Una de las claves del éxito terapéutico es el compromiso de ambos miembros. La terapia no es un proceso mágico, pero sí un espacio seguro donde cada persona puede expresar sus emociones y escuchar al otro desde una nueva perspectiva.
Cuándo es demasiado tarde
Una duda frecuente es si hay un punto de no retorno. Si bien es cierto que algunas parejas llegan a la terapia en estados muy avanzados de desgaste, muchas otras logran transformar su vínculo incluso después de crisis importantes. La clave está en la disposición para cambiar, aceptar errores, perdonar y construir nuevos acuerdos.
La intervención profesional no garantiza que todas las parejas permanezcan juntas, pero sí que tomen decisiones desde la conciencia, la madurez emocional y el respeto mutuo.
Las relaciones requieren cuidados constantes. Así como acudimos al médico cuando sentimos síntomas físicos, es igual de importante pedir ayuda cuando el malestar emocional en la pareja comienza a afectar la vida cotidiana. Reconocer las señales de alerta y acudir a un espacio como con expertos puede marcar la diferencia entre una ruptura dolorosa y una oportunidad de transformación y crecimiento.
Referencias bibliográficas:
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Gottman, J. M., & Silver, N. (1999). The Seven Principles for Making Marriage Work. Crown Publishing.
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Johnson, S. M. (2004). The Practice of Emotionally Focused Couple Therapy: Creating Connection. Routledge.
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Lebow, J., Chambers, A. L., Christensen, A., & Johnson, S. M. (2012). “Research on the Treatment of Couple Distress.” Journal of Marital and Family Therapy, 38(1), 145–168.
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Halford, W. K., & Snyder, D. K. (2012). “Universal Processes and Common Factors in Couple Therapy.” Behavior Therapy, 43(1), 1–12.